miércoles, 14 de mayo de 2008

Discusión pública


—Me vas a sugerir que todo esto lo haces… ¿por amor?
—Por supuesto, te amo y lo sabes.
—Todo esto es por tu insufrible ego plutoniano. ¿Cómo una neptuniana, tan poco meritoria, se ha atrevido a abandonarte?
El Contramaestre P2 nos exhortó a la cordura.
—Por favor, Comandancia conjunta. Esto es vejatorio, agraviante y vergonzoso para el resto de la tripulación. Si no ponen fin a esta discusión “íntima” me veré en la obligación de informar vuestras actuaciones, con el correspondiente asentamiento en vuestros respectivos currículum vítae y las sanciones correspondientes.…
—Se atreve a formalizar esa amenaza y le prometo que nunca más podrá conseguir otro empleo en la Galaxia, excepto de BITC… ¿le traduzco?, de Basurero Intergaláctico a Tiempo Completo. ¿Le ha quedado claro?, o ¿necesita que se lo vuelva a repetir?
Por la palidez que brotó del rostro del Contramaestre P2 quedo sin lugar a dudas que no era necesario reproducir lo antedicho.
— ¿Algún otro comentario?
Iba a refutar que él no era dueño de la Galaxia, pero asumí que a esas alturas nada de lo que se dijera tenía importancia. No hay ser más necio que él que se niega a razonar.
—Gerente PU solicito continuar esta conversación en mi camarote.
—Ya estás entrando en razón, y… ¿para qué?
—Necesito hablar contigo “en privado”
—Tripulación: solicito que se retiren de la cabina de mando. Urgente.
Mire al Mecánico KK con una expresión de pánico: ojos desorbitados, labios comprimidos, maxilares apretados, cejas elevadas, todos los gestos en extremo exagerados.
—Gerente PU es imprescindible que ajuste los mecanismos del BuKu antes del punto de zarpada. Deberé aplicar una capa extra anti meteoros para evitar las perforaciones a este cachivache. No sé cuánto tiempo me demandará. Lo mejor es que comience ya.
No poseerá sensibilidad alguna, pero lleva mucha galaxia recorrida y sabe leer las expresiones femeninas, aunque hay que dramatizarlas un poco para que tome nota.
—De acuerdo, Mecánico KK inicie las modificaciones de inmediato y preséntese en el camarote de la Capitana F1 cuando estemos prestos para partir.
Me miró de soslayo, con su gesto triunfal, una media sonrisa que más bien se asemeja al hocico de un dóberman, en el instante previo a clavarte sus fauces

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