martes, 15 de abril de 2008

Nuevas orientaciones


Una vez en mi espacio de relax, no derramo una sola lágrima. Quiero, pero ya no salen.
Sigo tratando de percibir ¿cómo es posible que me esté sucediendo este caos? Me desplomo sobre la cama. Llaman. No contesto. Una parte de mí se resiste a seguir aceptando tanta insensatez. Vuelven a llamar. Persevero firme en mi decisión. ¿Qué quieren? No soporto más. Insisten. ¿Cuánto más podré tolerar? Otra vez llaman. ¡Basta!, por favor. Tocan, ésta vez sin detenerse. ¿Por qué no abran colocado un sistema óptico en el frontal de cada camarote?
Cedo, abriendo el panel de ingreso.
Ingresa la Científica K3 sonriendo. Toma mi mano y la comprime con fuerza, esforzándose por transmitir un sentimiento. Comienza a desnudarse. Se sienta al borde de la cama sin otro atributo que un collar de perlas en su cuello. No puedo rebelarme. Me siento debilitada. Se levanta y abre la ducha. Prueba el agua con la mano. Me desviste y me lleva al receptáculo de higiene donde me asea todo el cuerpo, haciendo mucho hincapié en la entrepierna. Toma una toalla y me seca con mucha delicadeza. Me deposita sobre la cama de cúbito ventral. En toda oportunidad me hace sentir la seguridad de lo que está aconteciendo.
Se vuelve sobre sus pasos y repite la operación a sí misma. La espió como se enjabona. Veo sus pechos erguidos que me apuntan y advierten del riesgo. No puedo reaccionar. Me cautiva mucho ver una configuración como la mía.
Cierra el acueducto. Se acerca empapada. Se sube a mis nalgas, como si fuera una primitiva amazona montando a pelo sobre un equino. Me estremezco. Nunca había sentido la complexión de otro ser sobrepuesto al mío.
Me siento tan exaltada que busco tantear su cuerpo. Me detiene apretándome fuerte entre sus piernas.
—Relájate. Disfruta de las sensaciones. Permite que tu interior se libere. Te urge con plétora.
—Pero…
—Déjate levar por tu instinto femenino. Inaugura como mujer.

No hay comentarios: